CAPÍTULO 1
Durante una
fiesta de familia se ve a menudo el reconocimiento de todos, parientes e
invitados, manifestarse con emoción hacia una vieja sirviente. A pesar de sus labores ha gozado más que
nadie de la felicidad de todos. Hace ya cuarenta o cincuenta años que vive con
esta familia. Ha conocido y servido los padres y abuelos de este joven clero,
de estos recién casados de hoy. A su discreta entrega se deben las costumbres
tradicionales de orden y de paz que han mantenido esta casa en el confort y la
prosperidad. No es de sorprender que todos los miembros de esta familia hayan rendido
un verdadero culto de reconocimiento y amor a esta discreta y humilde persona.
Así, en la
gran familia humana, existen de esas humildes almas y, aparentemente inútiles,
que han llegado discretamente a ocupar un sitio importante en la historia de un
pueblo o incluso de la humanidad entera. Santa
Liduina de Schiedam pertenece a esta categoría. Durante toda su
suyas, y después de su muerte es universalmente querida.
Entorno histórico.
Su vida transcurrió entre
los años 1380 y 1433, en tiempos de
grandes crisis nacionales y religiosas, de luchas fratricidas entre “Gelfes” y
“Gibelinos”, “Hameçons” y “Cabillauds”, “Armañacs” y “Borgoñones”, tiempos de
la guerra de Cien Años y de los acontecimientos que desembocaron con la toma de
Constantinopla por los turcos. Era la época turbia del Gran Chisme de
Occidente donde la Iglesia desorientada daba, más que durante las persecuciones
sangrientas, la prueba sin replica de su fundación (origen) divina, porque
ninguna institución humana hubiera sobrevivido a este desorden donde 2 y hasta
3 Papas, puede ser que de buena fe, se peleaban entre sí por el gobierno de la
Iglesia de Cristo. Era la época, donde una grave y casi general
descompostura de la disciplina cristiana, abría el camino a la revolución
religiosa del siglo 16, que, a falta de hacerse con autoridad y misión
legitima, fue deplorable y peor que el mal que pretendía curar.
………………………………Sta. Liduina x H. Meuffels Cap. 1 y 2 Página 1
En
estos tiempos de turbulencias y desgracias, donde mujeres como, Caterina de Siena, Colette de Corbie o Juana de
Arco recibieron una misión sin tapujos y pública, la misión de Liduina, su contemporánea, fue la de la
dulce criatura que sufre, y que a la par de sus émulos en santidad, ejerce no
obstante una influencia que desborda el país y el tiempo de los cuales fue
testigo. Fue una de esas almas de élite que se encuentran a todo lo largo de
los siglos para hacer contrapeso a las ignominias del mundo por el medio de la
inmolación y los sufrimientos heroicamente aceptados, y para añadir a la
eficacia del sacrificio del Calvario este complemento personal que Dios dio al hombre, con un emotivo misterio
de condescendencia y bondad. Su vida entera transcurre en la ciudad de Schiedam,
en el corazón del condado de Holanda, donde los príncipes de la casa de Baviera
acababan de suceder a los de la casa de Hainaut. Liduina había nacido en los últimos años de Guillermo V, a quien le sucedió Alberto de Baviera (1389-1404) y Guillermo VI (1404-1414), y los veinte últimos años de su vida
coinciden con el turbulento reinado de la célebre Jacqueline de Baviera. Liduina
muere, el mismo año en que, vencida por los infortunios, la desdichada princesa
se ve obligada de transmitir sus Estados a Felipe
el Bueno, duque de Borgoña, padre del Temerario,y gran ancestro de Carlos V.
Situación
económica de Schiedam.
Cuando,
viniendo de Francia y luego de Bélgica, el Mosa ha
atravesado el Limburgo y el Brabante y pasado sucesivamente por las
ciudades de Gorcum, Dordrecht y Rotterdam, sus aguas entonces capaces de
llevar los más grandes barcos del mundo, llegan en unos kilómetros en aval de Rotterdam,
a la ciudad de Schiedam, antes de perderse, en una leguas más allá, en el
mar del Norte. Más conocida hoy en día por sus destilerías que hacen de ella el
Coñac de Holanda, Schiedam recoge a un pasado lejano hermosos
recuerdos históricos. Su origen empieza en el medio siglo XIII, cuando
ribereños del Mosa colocan sobre uno de sus afluentes, la Schie, un
“dam”, o sea un dique, que lo canaliza y dan a la ciudad que pronto se va a
construir en este sitio, el nombre típicamente holandés de Schiedam. Los
habitantes, en su mayoría pescadores y marineros, se habían ganado los favores de
Adelaida, hermana del conde Guillermo II,
.………………………..........………Sta. Liduina x H.
Meuffels Cap. 1 y 2 Página 2
y regenta
del condado durante la minoría de Florentino
V, su sobrino. Desde la Haya, fundada por Guillermo II, y donde la corte tenía su residencia preferida, Adelaida visitaba con frecuencia sus
propiedades en Schiedam, cuyo castillo llamado “Casa del Río” era la más
próspera. Se ocupaba de los intereses de
los habitantes con una conmovedora
solicitud, reduciendo sus impuestos y obligaciones, asegurándoles les exenciones y privilegios de
las ciudades libres, promoviendo los mercados y atenuando las cargas
impositivas de su iglesia. Gracias a esta real gentileza y a su hermosa
situación sobre el Mosa y su afluente, Schiedam bien hubiera
podido pretender a la importancia comercial reservada a Rotterdam y a
una influencia política como la que iba adquirir Delft, su ciudad
vecina. No fue así. Demasiado dependiente de los azares de la navegación y de
la pesca, laboriosa en realidad y ahorradora,
pero a falta de iniciativas y envergadura, no llegó a conocer el bien-estar de
las regiones agrícolas de Holanda y de la Frisa, como tampoco la
prosperidad proverbial de las ciudades industriales del Brabante y de los
Flandes. Durante todo el Medio Evo Schiedam se quedó en un rango
segundario, haciendo eco a su melancólica divisa: “La arena fluye y pasan las
horas”. Pero si la fortuna no fue la de sus ciudades vecinas, no fue por eso
inferior a ninguna de ellas en históricos labores y leal fidelidad.
Si queremos hablar de
la fisionomía de la ciudad en 1380, año del nacimiento de Liduina, tenemos que suprimir del Schiedam presente todos
los edificios modernos y las nuevas barriadas, y quedarnos solamente con el
antiguo Centro-Ciudad con su aspecto pintoresco, así que reemplazar por canales
la mayoría de las calles actuales, las destilerías por casas de pescadores de
arenques, las casas de ladrillos por casas de madera como lo eran en su mayoría
las casas en el Medio Evo.
La
Virgen de madera.
Sobrepasando
todo, se levantaba la vieja iglesia de San
Juan Baptista, perteneciendo ahora al culto protestante. La iglesia no
tenía nada de extraordinario salvo una estatua de la Virgen María muy venerada por la población y que le atribuía un
origen milagroso. Antaño, cuenta Brugman, un escultor llegó a Schiedam
con una estatua de la Virgen María
en vista de venderla a la ciudad de Amberes. Era de madera y tan ligera
que un
………….………………………………Sta. Liduina x H. Meuffels Cap. 1 y 2 Página 3
solo
hombre podía manejarla fácilmente. A la
hora de salida (del barco), veinte marineros y más no pudieron hacer desatracar
el barco. Pero en cuanto el escultor y su preciada obra bajaron a tierra el
barco pudo ejecutar las maniobras de despegue como de costumbre. Comprendiendo
por este hecho que María había
elegido este sitio, el propietario vendió la estatua al clérigo de la parroquia
quien la transportó, con mucha devoción y honor hasta la iglesia de San Juan Bautista.
Histórico
de San Juan Bautista.
El edificio no había sufrido todavía
el gran incendio que arrasó la ciudad cinco años antes de la muerte de Liduina, su torre, entonces más elevada
que hoy en día, guiaba los barcos que bajaban el Mosa. El derecho de
tutela de la iglesia había sido otorgado por Adelaida a los Prémontrés de Koningsveld cerca de Delft.
Normalmente para el servicio religioso de Schiedam presentaban sus
hermanos de la abadía de Mariënweerd, situada a algunas leguas al
noreste de Gorcum; era el establecimiento más próspero de los
Norbertinos en los Países Bajos después el de Middelburg en Zelandia.
Organización religiosa y política de Schiedam.
Aunque
provista, por el curso de los años y acontecimientos, de murallas, de fosas y
de cuatro grandes puertas de acceso, Schiedam no era una ciudad
fortificada y no tenía guarnición. Pero nada le faltaba como cualquiera ciudad
del Medio Evo con su aspecto de organización simple y familiar: tenía sus
cofradías y corporaciones, sus guardias civiles y sus serenos, sus romerías y
fiestas populares, su casa comunal y su escuela, su “béguinage”, institución
clásica de muchas ciudades en Países Bajos y Flandes, sus
establecimientos caritativos para los pobres, enfermos et huérfanos, como el
hospicio de Santiago fundado y
financiado por Adelaida, la casa del
Espíritu Santo y el convento de Santa
Úrsula de los Tercios de San
Francisco. Estos dos últimos fueron
fundados cuando vivía Santa Liduina. En cuanto al convento de Santa Ana, cuyas religiosas seguían las
reglas de San Agustín, y la casa de
los padres “croisiers”, el único monasterio de hombres en la ciudad, fueron los
dos posteriores de algunos años a la muerte de la Santa. Los magistrados de la ciudad, de los cuales se trata mucho en la vida de
………….………………………………Sta.
Liduina x H. Meuffels Cap. 1 y 2 Página 4
Liduina, eran
los burgomaestres y concejales, que ayudaban el representante local del Conde a
gobernar la ciudad y rendir justicia. En tiempos de Liduina la población parece haber oscilado entre dos y tres mil
almas. En el plano espiritual, Schiedam pertenecía al obispado de Utrecht.
Esta inmensa diócesis que abarcaba casi todos los Países Bajos del Norte
vivía en esta época su edad de oro bajo el gobierno enérgico de Federico de Blankenheim (1398-1423),
antiguo obispo de Estrasburgo, y uno de los más famosos de sus
Príncipes-Obispos: el cardenal Pitra
lo llama el “Salomón de los Holandeses”. En el Gran Cisma, Utrecht
estaba generalmente bajo obediencia de Urban
VI, y de sus sucesores, los Papas de Roma.
Un
pensamiento para Liduina.
Tal era, en grandes líneas, al
final del siglo XIV, la ciudad de Schiedam, donde nació, sufrió y murió
santa Liduina, la más pura gloria de
esta interesante ciudad. De los cincuenta y tres años de su vida, pasó treinta
y ocho años bojo los efectos de extrañas enfermedades de sufrimientos
humanamente insoportables. A ninguna otra criatura humana no parece más
aplicable con toda justicia las palabras que Thomas a Kempis, su contemporáneo y uno de sus principales
historiadores, dijo de Jesús Salvador:
“Toda su vida fue una cruz y un martirio.” (Nota: Con la diferencia que Liduina sufrió físicamente durante
38 años, y Jesús solamente algunos días.)
La historia de la vida de esta crucificada nos llevará
a entrar en contacto frecuentemente con lo sobrenatural de lo más
caracterizado. De los difíciles y delicados problemas que levanta esta continua
intervención del milagro, pertenece al teólogo de estudiarlos y a la Iglesia
misma de confirmarlos si necesario. El historiador, él, no puede sustraerse a
la obligación de relatarlos, encajarlos con los hechos pormenores que son más
bien de su incumbencia. Más razón para nosotros, de avanzar en nuestro relato
siguiendo guías de primero valor y absolutamente dignos de fe. Gracias a Dios, esos guías existen. Que nos sea
permitido, ante todo, de presentarlos a nuestros lectores.
………….………………………………Sta. Liduina x H.
Meuffels Cap. 1 y 2 Página 5
CAPÍTULO 2
SUS HISTORIADORES
Cuando Liduina
murió, en el año 1433, su nombre era ya famoso en su país. El pueblo y
el clero de Schiedam, los magistrados de la ciudad, los condes de Holanda,
médicos ilustres, religiosos, doctores en teología, el Coadjutor de Utrecht,
en fin, los hombres con más autoridad en todos los grados de la escala social
se habían preocupado por esta mujer, excepcional por el exceso de sus
sufrimientos y por su santidad. Menos de cuatro años después de su muerte,
algunos aspectos de su vida fueron relatados por un dominicano de nombre Herman Korner (-1437) en su
“Crónica Novela”. Es lo que explica la inscripción de su nombre
en cabeza de una lista que fue remitida a Roma cuando fue sometida a
juicio la Confirmación de Culto de la Bienaventurada.
Algunos
años más tarde, una “Vida de Liduina”
fue escrita en holandés por un tal Jean
Gerlac. De su persona sabemos solamente que era pariente de Liduina y que vivió varios años con Ella bajo el mismo techo. Todos los
demás detalles que han podido darse sobre su persona son meras suposiciones,
cuando no confusiones manifiestas. En cuanto a su trabajo, se difundió primero
en forma de manuscrito y fue impreso únicamente al final del mismo siglo en la
ciudad de Delft. A penas si se puede todavía encontrar en su forma
original en alguna gran biblioteca que otra. Pero tuvo el mérito de ser la
fuente principal donde Brugman
recogió las informaciones necesarias para su “Vida de Santa Liduina”.
Acabamos de nombrar el verdadero historiador de la Santa, el franciscano
Johannes Brugman.
Nacido
probablemente en Kempis alrededor de los años 1400, entró todavía joven
en la orden de San Francisco, dio
clases de teología en Saint-Omer, fue guardia de varios conventos de su
orden y provincial de los Hermanos Menores de Baja-Germania, siendo en
todas partes un apasionado propulsor de la Observancia (Nota: de las normas religiosas). Pero
fue sobre todo un gran agitador de multitudes, el Bernardino de Siena de los Países Bajos. En este
aspecto su reputación ha quedado como proverbial en nuestras regiones del
Norte. Todavía hoy en día, cuando
………….………………………………Sta. Liduina x H.
Meuffels Cap. 1 y 2 Página 6
queremos
definir el carácter elocuente y entusiasta de un orador popular, se dice que
“habla como Brugman”. Sus maneras
hacían recordar a Savonarole cuando
denunciaba las injusticias y los abusos. Se ha hecho muchas veces referencia a
unos de sus sermones cuando se le criticó por querer instalar en Ámsterdam
un convento de la Observancia. En un conjunto de interrogaciones originales se
hace el mismo las preguntas delante una asamblea del pueblo y de clérigos:
“¿Vamos a ver, Brugman, tan malo eres?... ¿Vas armado con grandes cuchillos
para que se perpetúen los lugares de perversión? … ¿Dime Brugman, porque has
venido en esta ciudad?... ¿Para qué se perpetúe el mal?... Ciertamente no,
quieres proscribirlo, porque nadie quiere encargarse de ello… ¿Brugman, has
venido para recoger cargos y beneficios?... ciertamente no, y no quieres
recompensas, un modesto hábito remendado te basta… ¿Brugman, quieres oír
confesiones para enriquecerte?... ciertamente no, Brugman quiere dejar las
ovejas con su lana y confesar la gente por el amor de Dios, y no para provecho
personal… ¿Brugman, quieres abandonar a su suerte la gente que tiene la peste
como algunos lo hacen?... ciertamente no, quieres quedarte siempre a su lado;
ricos o pobres, quieres besarlos en la boca y serles fiel hasta la muerte.”
Después de ello, pregunta a sus oyentes de ayudarlo para su fundación. Y cuando
han levantado el dedo delante el crucifijo que sostiene en su mano, todos
prometiéndole ayuda y asistencia, entonces concluye su extraño discurso con
esas palabras que lo caracterizan dignamente: “Bueno, Hermanos míos, bien quiero
quedarme con vosotros y dejarme el cuello si hace falta para que tengamos éxito
en nuestra empresa.” Se comprende la magia que podían ejercer unas palabras tan
fogosas sobre una audiencia, y las emociones de los asistentes, bien dispares,
eso sí, según se veían acusados o galvanizados. Los protestantes se han
aprovechado de Brugman, haciendo de
su persona un “precursor”, aunque reconocieran que su fidelidad al Papa, su
piedad simple y sincera, su irreprochable ortodoxia lo han siempre mantenido en
el seno de la Iglesia católica. Murió en Nimegue, en junio del año
1473.
Es a este hombre, algunas veces peculiar por la fogosidad de sus
palabras pero siempre eminente en su doctrina y sus virtudes morales, a quién
le
………….………………………………Sta.
Liduina x H. Meuffels Cap. 1 y 2 Página 7
debemos
la verdadera “Vida de santa Liduina de
Schiedam”. La escribió en latín en tres épocas diferentes. La primera
redacción fue al parecer un esbozo redactado pocos años después de la muerte de
Liduina. Esta poco extensa y
compuesta de testimonios orales como de escritos por otras personas, y de
algunas conversaciones que Brugman
tuvo con el confesor de la Santa. Esta primera obra es ciertamente anterior a
la época de cuando Brugman conoció
la existencia de Jean Gerlac, el
pariente y huésped de Liduina. Por
eso esta primera versión nos interesa menos. Todo lo que contiene de importante
e histórico fue reintroducido por el autor en sus dos versiones posteriores.
Estas dos, cuya primera parece ser anterior al año 1448 y la segunda del año
1456, los Bolandistas (Colaboradores jesuitas que
prosiguen la obra hagiográfica iniciada en el siglo XVII por el sacerdote Jean Bolland (1596-1665) en Amberes,
dedicada a la recopilación de todos los datos posibles sobre los santos
católicos.) las han recopilado integralmente, llamándolas respectivamente “Vita Prior” y “Vita Posterior”. Esta última, la “Vita Posterior”, debía de ser en el pensamiento del autor y de los
admiradores de Liduina, un monumento
más digno de la Santa que la “Vita
Prior”, pero ocurrió lo contrario. Ciertamente la última versión no carece
de originalidad como de detalles nuevos e interesantes; las dos obras se
complementan y ninguna de las dos no puede enteramente reemplazar a la otra. Es
la razón por la cual los Bolandistas las han recogido las dos, “Hecho único en
nuestra labor, dicen, y que probablemente no se repita nunca más.” En la “Vita Posterior” el estilo del autor es
muy diferente de lo que era en la “Vita
Prior”, ya no es el testimonio de una historia, pero un ininterrumpido
panegírico. El autor se mantuvo desgraciadamente en la línea de un plan
preconcebido: redujo toda la historia de la vida de Liduina a tres grados de la Vida ascética, la Purgativa, la
Iluminativa y la Unitiva. En ella se liberó absolutamente y sistemáticamente de
un orden cronológico, que no le parece “adecuado”. Sacrificando así a la
concepción que muchos de sus contemporáneos se hacían de la historia, se excusa
de ser un malo literato para tratar un tema de esa envergadura. Y por eso su
relato de los acontecimientos, discretos e importantes de la vida de Liduina como de los momentos de
alegría, no son otra cosa que referencias a las Santas
………….………………………………Sta. Liduina
x H. Meuffels Cap. 1 y 2 Página 8
Escrituras,
reflexiones personales del autor, exclamaciones conmovedoras, de progresiones escalonadas y de antítesis
bien mezcladas, en fin, todo un sistema de retórica pomposa y algo necia e
infantil. En la opinión de todos los críticos, no es este panegírico pero la “Vita Prior” de Brugman que se queda como obra histórica de la verdadera “Vida de
santa Liduina”. Es esta que nos servirá de referencia, sin privarnos, si cabe,
de la aportación útil de otras fuentes. Escuchemos ahora Brugman revelándonos con ingenuidad las garantías de la verdad que
garantizan su relato. Después de una introducción algo solemne, donde el orador
suplanta el historiador, sigue así: “Que los que van a leer estas páginas sepan
que la mayor parte de las cosas en ellas contadas me vienen de la boca de Jean Wouters de Leyden, quién
fue durante ocho años el confesor de esta virgen y que aprendió todo de Ella. El resto, lo he recogido, en
parte, de los escritos de Jean Gerlac,
su pariente que vivió mucho tiempo con Ella
en la misma casa y, por otra parte, de una carta que los magistrados de Schiedam
dieron a Jean Engels de Dordrecht,
religioso Prémonté de la abadía de Mariënweerd y cura de la ciudad de Schiedam,
cuando quisieron testimoniar de las enfermedades de Liduina. Quedan algunos que otros hechos, pocos, que me fueron
comunicados por otras personas, dignas de fe; y que he sometido antes al examen
y aprobación de Jean Gerlac. En fin,
todo lo que he podido descubrir, apelando a sus conciencias y en busca de la
verdad, lo he redactado lo más cuidadosamente posible, rogando al Espíritu Santo en sus eternas Bondad y
Verdad, en caso de que se me hubiera pasado por alto algún detalle disconforme
con la verdad, de denunciarlo públicamente y prohibir, a toda costa, que el
error se inmiscuye en lo verdadero. Esto,
nos parece, el lenguaje de un hombre prudente y a la vez sincero. Brugman no ha conocido personalmente a Liduina. Pero fue su compatriota y su
contemporáneo: cuando murió la Santa, en el año 1433, él tenía treinta y tres
años. Si no fue personalmente testigo de los hechos que cuenta, toda la trama
de su relato la debe a testigos oculares que han conocido de cerca la Santa,
como su pariente Gerlac, su
confesor, el cura de la ciudad, los magistrados de Schiedam. Todo el
resto, una parte ínfima en el conjunto de la “Vita”, lo recogió de otros testigos dignos de fe, de los
………….………………………………Sta. Liduina x H. Meuffels Cap. 1 y 2 Página 9
………….………………………………Sta. Liduina x H. Meuffels Cap. 1 y 2 Página 9
cuales,
además, hizo verificar las informaciones por los testigos de primer orden que
hemos mencionado. Así Dios no habrá
tenido la oportunidad de cogerlo en falta, a desmentirlo en caso de error y a
llenarlo de vergüenza; Brugman, por
su cuenta, ha hecho una crítica sobre todo este asunto (y una excelente
crítica) “sin darse cuenta”, y sin mencionarlo expresamente. Gracias a esta
necesidad de exactitud, a esta constante preocupación por una información seria
y a esta lealtad que acompañaba siempre a la nobleza de su carácter, Brugman será para nosotros un guia
seguro en el estudio histórico que vamos emprender; su “Vida de Santa Liduina de Schiedam” es una historia fiel y
verídica. Es, sin lugar a dudas, la pieza maestra entre “estos magníficos
documentos sobre santa Liduina que,
en opinión de los Bolandistas no tienen comparación en cuanto a interés y
veracidad entre todos los otros documentos relacionados con los demás santos
del mes de abril.”
Seamos
claros. El testimonio que rendimos aquí a Brugman
vale por la exactitud de los hechos relatados y no siempre por la
interpretación que pueda dar de los mismos. A pesar de su talento y su
sinceridad, Brugman es ante todo un
orador popular y un hombre de su tiempo.
Cuenta y explica varios acontecimientos como todavía se concebían
normalmente en el siglo XV. Dios por
un lado, el demonio por el otro, parecían ser, no solamente el principio, pero
también la causa directa del bien y del mal; no se contentaban de proponerlos,
de inspirarlos al hombre, sino que los realizaban ellos mismos directamente.
Cuando nuestro historiador se enfrenta a un acontecimiento oscuro o
maravilloso, muchas veces concluye con una intervención que va más allá del
orden de la naturaleza. Así, para él, es el demonio en persona quién perturba
los elementos, vuelca cántaros y botes en la casa cuando muere el abuelo de Liduina, quién empuja el padre de la
Santa en el canal de la ciudad, quién desata el nudo del ahorcado, etc., etc…
Las exigencias de una historia verdadera y de una elemental crítica nos
impondrán más de una vez interpretaciones algo diferentes de nuestro autor. El
lector entendido en estas cosas lo entenderá. Si algunas veces tienda a
separarse de un Brugman un tanto
exégeta, somos los primeros en pedirle que esta sabia independencia no
desvalore nunca la autoridad de un Brugman
testigo, en cuanto al valor de
………….……………………………Sta. Liduina x H.
Meuffels Cap. 1 y 2 Página 10
su testimonio
como de los hechos por sí mismos. Dios
solo, y su Iglesia, allá donde Dios
la asista, están siempre infalibles en todo. (Nota: Con lo de “su” Iglesia infalible discrepamos, por supuesto, aunque reconocemos
que es muy prudente respecto a los hechos sobrenaturales.)
A los nombres de Gerlac y de Brugman, historiadores de Santa
Liduina, se añadirá siempre el
nombre, más famoso todavía, de Thomas a
Kempis. Nacido en 1380 a Kempis, en Renania, en los confines
de esta Holanda donde pasará toda su vida, Thomas Hemerken (Malleus
o Malleolus) había acompañado,
todavía joven, su hermano mayor Juan
al convento de Windesheim, de donde surgió, en el siglo XIV, la célebre
reforma monástica de este nombre. Después
de unos estudios en Deventer, bajo la autoridad directa de Florent Radewijnsz, se fue en el año
1399 al convento recientemente fundado de Monte Santa Inés cerca de Zwolle
donde su hermano Juan era el prior.
Es allí donde escribió todas sus obras.
Dios ha permitido que la “Imitación de Cristo” sea el único de sus libros por el cual no se
ha encontrado todavía la prueba explicita de una autenticidad que es difícil
poner en duda en el estado actual de las cosas.
La “Vida de Liduina” por Thomas a Kempis, fue la consecuencia de
una necesidad que se hizo sentir inmediatamente después de la publicación del
libro de Brugman. En este entusiasta
orador popular la moderación y la discreción no habían sido a la altura de sus
cualidades de historiador. Por otra parte, su estilo, su realismo sobre todo,
no podían convencer a todos los lectores. En el entorno eclesiástico y
religioso se pedía una obra que debía juntar al valor histórico la cualidad de
un lenguaje más medido y conforme a la dulce majestad de Esta víctima del sufrimiento. Los Canónigos Regulares de San-Agustín del monasterio Santa-Elisabeth de Brielle
enviaron a sus colegas de Monte Santa Inés la Vida de la Santa, (los
críticos son unánimes para decir que fue la “Vita
Prior” de Brugman, según la
comparación evidente entre los dos textos) y le rogaron en primera instancia de
abreviarla y de volver a redactarla. Thomas
a Kempis aceptó el trabajo. Su “Vida
de la Virgen Liduina” está escrito en un estilo más simple y claro, más serio,
más fluido que el de Brugman. Queriendo
enseñar e informar solamente con rasgos de conveniencias y verdades estrictas, Thomas hizo desaparecer de la obra de Brugman las crudezas,
………….……………………………Sta.
Liduina x H. Meuffels Cap. 1 y 2 Página 11
las
ampulosidades y en general “todo lo que podía parecer dudoso y complicado para
algunos de sus lectores.” Así algo aligerada bajo la pluma de Thomas, la historia no se hizo más
corta. Al contrario, se enriqueció con detalles verdaderamente interesantes y típicos
sobre la gran extática, gracias seguramente a nuevos datos proporcionados por
los compañeros de Brielle que se encuentra a pocas leguas de Schiedam.
El conjunto del trabajo de Thomas a
Kempis deja traspasar en el monje de Monte Santa Inés una incontestable
superioridad de tacto y de mesura, y un conocimiento mucho más profundo de las
vías de la espiritualidad. No obstante su “Vida
de Santa Liduina” no es una vida nueva, una obra original e independiente;
es la “Vida” de Brugman reorganizada
y revisada en el estilo digno y piadoso de los demás escritos de Thomas a Kempis. La base del relato es
la misma que la de Brugman, que
queda, incluso después de la magistral revisión de Thomas a Kempis, el verdadero historiador de Santa Liduina de Schiedam. Resumiendo, Jean Gerlac, el comensal de Liduina, incluido y enriquecido por Brugman, a su vez controlado y revisado
por el eminente observador que era Thomas
a Kempis, tales son los guías seguros que nos conducirán en el estudio de
la vida admirable de Santa Liduina de
Schiedam. Además de estas tres fuentes principales hemos
tenido acceso a los archivos de la ciudad de Schiedam y de la diócesis
de Harlem y a casi toda la hagiografía consagrada a nuestra Santa.
Nuestros lectores encontrarán una bibliografía, si no completa, por lo menos
bastante detallada, al fin de este libro.
Dentro de los
historiadores más recientes, algunos, como Huysmans
han proporcionado ante todo una obra literaria; (Nota: A pesar de unas inexactitudes sin mucha importancia,
la obra emociona por su lirismo, y el primer capítulo, dedicado a la situación
histórica de Europa en los tiempos de Liduina es verdaderamente apasionante.) otros
como Coudurier o Kronenburg se han propuesto sobre todo
una meta informativa y de consuelo moral; otros como Meyer, Scully, Nuyen y Mercator solamente han traducido una u otra fuente, Brugman o Thomas a Kempis. En las páginas a continuación queremos hacer
solamente historia. Ciertamente las fuentes poseen su claridad e incomparable
frescor. Pero también sus misterios, sus secretos, sus principios ocultos de
vida y de fecundidad. Basta decir que guardan un
………….……………….……………Sta. Liduina
x H. Meuffels Cap. 1 y 2 Página 12
sitio
para la historia. Sin duda nuestro relato no puede pretender al énfasis de
piedad y de dulzura de los primeros biógrafos de la Santa, al igual que ninguna
historia de la vida de Jesús no
podrá igualar el encanto divino de Los Evangelios. Pero, por otra parte, la
Historia en el sentido puro de la palabra, cuando quiere ser siempre sencilla y
verdadera, aporta de igual modo, como cualquier otra disciplina moral,
satisfacción a la inteligencia y a la buena voluntad del hombre, luz en la
oscuridad, paciencia en el sufrimiento, energía ante el deber cotidiano: tantos
bienes que son todavía algo útiles al género humano, y que la vida de una
heroica y santa mujer puede recordar en el sentido de la perpetuidad. (Nota: Nosotros subrayamos, porque la finalidad de esta
traducción, es esta.)
………….……………………………Sta.
Liduina x H. Meuffels Cap. 1 y 2 Página 13